*La muestra de 111 pinturas, surge como respuesta artística a los incendios de páramos ocurridos en 2025, transformando la devastación en jardines pictóricos llenos de color y memoria, con la curaduría de Christian Padilla.
*Douglas Mendoza ha expuesto en Colombia, España, México, Estados Unidos, Canadá, Venezuela, China, Corea del Sur, Emiratos Árabes Unidos y Brasil, consolidando su obra como un puente entre la memoria personal, el territorio y la resistencia frente al cambio climático.
El próximo 26 de septiembre de 2025, la galería Casa Cuadrada inaugura la exposición 100 Jardines Encendidos, del artista Douglas Mendoza, bajo la curaduría de Christian Padilla, una muestra que reúne 111 obras en las que la pintura se convierte en resistencia, memoria y esperanza frente a la devastación ambiental.
Mendoza es el mismo autor de ’Árbol de Cañaguate’, una de la bellas obras que engalana el Parque de la Vida, de Valledupar, en el que expresa la importancia de este árbol para la ciudad y de como la cultura y el arte hacen parte de los espacios públicos promovidos por el Gobierno del Cesar.
A inicios de este año, los páramos colombianos fueron arrasados por el fuego, dejando tras de sí hectáreas de frailejones convertidos en ceniza, fuentes de agua extinguidas y territorios condenados a una lenta recuperación. Ese acontecimiento marcó profundamente a Mendoza, quien transformó su indignación en un acto poético: sembrar, a través del color, jardines pictóricos que contrarrestan la destrucción. En palabras del curador Christian Padilla, “la afectación al ecosistema se revierte en aquel que la causa.
Con esta exposición, Mendoza convierte la devastación en jardines floridos, una expedición botánica personal que busca resarcir poéticamente lo que el fuego arrebató. En sus lienzos el hollín, el humo y las brasas dan paso a orquídeas, flores de Inírida, hortensias y arrebatamachos, como si la memoria y la pintura fueran capaces de reforestar lo perdido. Cada jardín encendido de Mendoza surge como respuesta a una emergencia ambiental, pero también como testimonio de una sensibilidad artística que entiende que el arte puede ser resistencia, memoria y esperanza”.
En esta exposición, la pintura de Mendoza establece un diálogo silencioso con otros grandes artistas que también encontraron en los jardines un motivo eterno: el Bosco con su Jardín de las delicias, Monet con sus nenúfares, Kandinsky con sus universos de color, u Oscar Murillo con sus jardines inundados. “Yo quise pintar mis jardines, los de mis memorias, los de La Guajira, los de Colombia, los de América. Esta exposición es ese viaje: desde el incendio de los frailejones hasta jardines encendidos que colorean el paisaje del continente”, afirma el artista.
Obras como Jardín encendido, de gran formato y tonos negros que evocan la tragedia de los páramos, El Darién, en rojos intensos cargados de tensión y dramatismo, o El Catatumbo, con la imagen de un ave cubierta de negro como metáfora del petróleo y la violencia ambiental, conviven con la serie de 100 cuadros pequeños que dan nombre a la exposición, cada uno diferente en colores y formas, como un mosaico de paisajes interiores y colectivos.
El artista
La trayectoria de Douglas Mendoza comenzó a finales de los noventa, cuando tras una experiencia personal marcada por la violencia presentó su primera exposición Gritos Presos (1998).
Desde entonces, ha transitado de la figuración expresionista hacia una abstracción cargada de gestualidad y memoria, encontrando en el color su medio más libre de expresión.
Su obra ha sido expuesta en Colombia, España, México, Estados Unidos, Canadá, Venezuela, China, Corea del Sur, Emiratos Árabes Unidos y Brasil, y se encuentra también en espacios públicos de Colombia y México.
En palabras finales de su curador, “con un ejercicio poético y virtuoso del color, Mendoza nos recuerda que el fuego abrazador puede transformarse en destellos encendidos de vida, nunca en amenaza contra ella. Sus cuadros nos invitan a contemplar que la pintura no solo representa, sino que también puede sanar, sembrar y restituir simbólicamente aquello que la humanidad ha destruido”.
100 Jardines Encendidos estará abierta al público como una invitación a sentir, a cuestionarse y a llevarse en la retina los colores de una memoria que, pese a la devastación, se niega a dejar de florecer.