*La Gobernación del Cesar ofrece 20 millones de pesos como recompensa, para quienes ayuden a dar con el paradero de lo funcionarios del CTI.
*Esta conmemoración se hace como un acto de memoria histórica; el Cesar no olvida el dolor de las heridas que dejó el conflicto armado en este territorio.
El tiempo, al que consideran capaz de vencer todo, no ha borrado de las memorias el recuerdo de Edilberto Linares Correa, Carlos Arturo Ibarra Bernal, Hugo Quintero Solano, Danilo Carrera Aguancha, Mario Abel Anillo Trocha, Israel Roca Martínez y Jaime Elías Barros Ovalle, los siete agendes del CTI que desaparecieron a manos del Bloque Norte de las Auc, mientras cumplían con su labor en el municipio de La Paz.
Ya han pasado 25 años desde ese 9 de marzo en que los violentos segaron la vida de ellos; dos décadas y media en la que la palabra olvido se borró del diccionario, por eso el Gobierno del Cesar conmemoró este lunes esa fecha, con un acto especial en el Parque de la Vida, desde donde se envió un mensaje a Colombia y el mundo: no pararemos hasta encontrarlos.
En el monumento Amor y Vida, que tiene grabados los nombres de más de 10 mil víctimas del conflicto armado, incluyendo a los siete muchachos del CTI, el presbítero Enrique Iceda sintetizó de la manera más celestial posible el momento que vivimos en la tierra. "Aunque no estén, no los olvidaremos jamás. Me olvidé de la felicidad", mencionó el religioso al introducir el tema.
El sacerdote en su homilia recordó que algunos de los familiares de los desaparecidos han muerto con la tristeza profunda de no saber el paradero de sus seres queridos y que otros se han olvidado de la vida, mentalmente perdieron todo. "Le doy gracias a Dios por aquellos que han organizado este evento y quieren sellarlo con la siembra de un árbol, porque eso da un poquito de paz, de esperanza", dijo el padre Enrique, agregando más adelante que esperaba que las familias pudieran ver en estos árboles la presencia de ese ser querido "que ya no está y que nunca han olvidado".
Las siete familias son conscientes de la muerte de los agentes del CTI, pero el consuelo que todavía esperan madres, esposas, hijos, sobrinos y demás familiares es poder sepultar sus restos en un cementerio, visitarles cada tanto y guardar con paz sus recuerdos, como lo mencionó el mismo sacerdote Enrique Iceda antes de bendecir los siete cañahuates que después fueron sembrados, en homenaje a cada uno de los muchachos.
Si las lágrimas se asomaban en los presentes en el evento era por cada palabra que exigía la justicia que trae saber dónde están ellos. Palabras como las mencionadas por la directora ejecutiva de la corporación Fasol, Laura Castillo Montañez, quien representa a las siete familias. "Estos siete investigadores salieron de sus casas a cumplir su deber como servidores de la justicia, en un contexto donde la criminalidad, la violencia al margen de la ley y en ocasiones el mismo Estado atentaba contra ellos, como una estrategia para perpetuar el miedo", dijo, como recordando la oscura época en que el paramilitarismo hizo dúo con un sector de las fuerzas armadas, para atacar la integridad de miles de inocentes.
La misma Castillo Montañez enfatizó: "Familias, este evento y este espacio es de ustedes, nace de sus ideas, de su compromiso y nace de su persistencia. Esta siembra significa tejer una nueva vida. Este lugar es ahora un lugar de memoria, un lugar de oración, un lugar para visitar y mantener vivo el recuerdo de cada uno de ellos".
La temperatura de la tarde vallenata bajó, como si el clima también quisiera contribuir a este reclamo de justicia, para que la historia no se olvide. "Hoy rendimos homenaje a siete seres humanos valientes, que entregaron su vida al servicio de la sociedad y que dejaron sus sonrisas, sus sueños, sus anhelos marcados en sus familias y en el corazón del departamento del Cesar. Con mucho respeto rendimos homenaje a estos siete héroes, a través de este acto de memoria histórica, el cual hemos denominado 'Siete vidas, una memoria'", apuntó la jefa de la Oficina Asesora de Paz del Cesar, Juana Pacheco.
Cada familia tomó un árbol de cañahuate y en el entorno del monumento Ramita de Cañahuate lo plantó, simbolizando la permanencia de su ser querido y decretando el espacio como el lugar al que, hasta encontrarlos, vendrán a expresar sus sentimientos y oraciones, para que, además, actores de la violencia en el pasado y Estado sepan que han pasado 25 años y ellos siguen esperando la verdad, la justicia y la reparación.
Para sumar acciones en el proceso de búsqueda de los restos de los agentes del CTI, la Gobernación del Cesar ofrece una recompensa de hasta $20 millones por información que conduzca a su paradero. Es el compromiso de esta institución, con las familias que han soportado tanto dolor durante todo este tiempo, pero que no han perdido la fe.